
En una reciente entrevista, el exdiputado de Unificación Democrática, Lenín Rodas, denunció públicamente la existencia de un supuesto “búnker” secreto dentro del Congreso Nacional de Honduras, donde, según afirma, se realizarían negociaciones oscuras y al margen de la transparencia, las cuales no responden a los intereses del pueblo hondureño.
Las declaraciones de Rodas han generado gran controversia y encontraron eco en una investigación del medio hondureño ICN Digital, que confirmó la existencia del polémico espacio, respaldando su existencia con testimonios y documentación oficial.
De acuerdo con el reportaje de ICN, el llamado «búnker» es un espacio secreto con acceso limitado, utilizado para reuniones de alto nivel. Este se encuentra como un anexo oculto a la oficina del presidente del Congreso, Luis Redondo, al que se accede por unas gradas internas. El lugar consta de dos salas alfombradas, equipadas con televisión, muebles, aire acondicionado y una capacidad para unas 20 personas, según detalla el medio.
Aunque la mayoría de los empleados del Congreso conocen sobre su existencia, muy pocos han ingresado al lugar, lo que ha alimentado tanto el misterio como las críticas. Algunos lo consideran un mito institucional, mientras que otros aseguran que se trata de un espacio común, aunque reservado exclusivamente para personas de confianza del presidente del Congreso.
ICN obtuvo documentos que revelan que en noviembre de 2024 se invirtieron 18,170 lempiras en la reparación, limpieza y mantenimiento de la alfombra del llamado “búnker presidencial”. La información surgió de solicitudes oficiales (SOL-CN-1535-2025 a SOL-CN-1538-2025), en las que se solicitó incluso acceso a fotografías del lugar. Sin embargo, la respuesta oficial del Congreso fue que “no se cuenta con búnkeres”, únicamente con oficinas.
Fuentes del Poder Legislativo indicaron a ICN que el espacio fue originalmente habilitado durante la administración del expresidente del Congreso, Mauricio Oliva, del Partido Nacional, y actualmente es utilizado por el presidente Luis Redondo. La descripción proporcionada por distintas personas entrevistadas coincide en que se trata de un área amplia, de entre 200 y 300 metros cuadrados, con salas destinadas tanto a reuniones grupales como a conversaciones privadas.
“Le llaman búnker, pero un búnker es otra cosa. Un búnker es un lugar hermético y cerrado”, dijo uno de los empleados que confirmó el espacio pero minimizó su naturaleza.
A pesar de la controversia y la gravedad de las acusaciones, hasta el cierre de esta nota, el presidente del Congreso, Luis Redondo, no ha brindado declaraciones. Según ICN, se le intentó contactar mediante mensaje de WhatsApp, sin obtener respuesta.
