
Mediante declaraciones firmes, el presidente de la Universidad de Harvard expresó su rechazo a la decisión del gobierno de Donald Trump de prohibirle a la institución aceptar nuevos estudiantes extranjeros.
Además, los alumnos internacionales que ya están matriculados deberán trasladarse a otra universidad o perderán su estatus legal en Estados Unidos.
La medida fue ejecutada por la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, quien acusó a Harvard de permitir un ambiente “hostil para los estudiantes judíos”, de mostrar simpatía por Hamas y de aplicar políticas de diversidad que calificó como “discriminatorias”.
El presidente de Harvard respondió que estas acusaciones son infundadas y que la universidad “no tenía otra opción” más que enfrentarse al gobierno.
Aseguró que lo ocurrido representa un ataque directo a la autonomía académica y al derecho de los estudiantes a expresarse libremente.
Desde la administración Trump se advierte que otras universidades podrían enfrentar consecuencias similares si no modifican sus políticas internas.
Mientras tanto, Harvard insiste en que no cederá ante presiones políticas ni dejará de defender la inclusión y la libertad de pensamiento.