
La madrugada, el cansancio y la incertidumbre se han vuelto rutina para cientos de pacientes renales en Honduras, quienes hoy alzan su voz en busca de un trato digno y humano. En un episodio especial del programa El Espectador Sin Filtro, el testimonio en vivo de José Robles, paciente renal, expuso con crudeza lo que enfrentan a diario desde que Diálisis de Honduras dejó de ser parte del servicio público.
Robles denunció que, pese a que algunos aspectos del nuevo modelo de atención son presentados como mejoras, la experiencia de los pacientes es completamente diferente. “Nos tratan como si no sintiéramos, salgo de la diálisis a la una de la mañana y llego a casa hasta las tres. Eso no es vida”, expresó.
Lo más delicado, señaló, es la falta de cuidados esenciales. “El aseo, la atención, el acompañamiento… nada está acorde a lo que realmente necesitamos. Casi no duermo, me siento cada vez peor, y nadie nos escucha. La salud no puede manejarse como un negocio”, afirmó con preocupación.
Dirigiéndose a la ministra de Salud, Carla Paredes, Robles hizo un llamado urgente: “Le pido que no mire hacia otro lado. Somos seres humanos, no cifras. Necesitamos su atención y su intervención, porque estamos al borde del precipicio, de la muerte.
Además, solicitó al Fiscal General investigar la situación que viven los pacientes renales, por considerarla una violación a sus derechos fundamentales. “Aquí se está jugando con la vida de personas frágiles, y eso no se puede permitir”, concluyó.
El drama de los pacientes renales es silencioso, pero profundamente humano. Hoy claman por respeto, por empatía y por respuestas concretas de las autoridades para su salud.