A sus 38 años, Gaby Del Campo se ha consolidado como una figura inspiradora dentro del deporte hondureño, no solo por su trayectoria en el tennis, sino por su estilo de vida marcado por disciplina, entrega total y una energía arrolladora. Su personalidad intensa, “en el buen sentido”, como ella misma se describe, la impulsa a vivir cada desafío con profundidad, pasión y determinación. Es una mujer que siente fuerte, ama fuerte y compite aún más fuerte.
GABY DEL CAMPO, UNA VIDA FORJADA ENTRE DISCIPLINA Y PASIÓN DEPORTIVA
Desde los siete años encontró en el tennis su gran amor. Ese deporte no solo la acompañó en su crecimiento, sino que la llevó a representar a Honduras y a jugar a nivel universitario en Oklahoma. Su carrera deportiva la ha llevado a competir en Centroamérica, Sudamérica y Estados Unidos, abriéndole puertas y moldeando una mentalidad férrea. Además, es entrenadora certificada tanto en tennis como en pickleball, disciplinas en las que también ha representado al país con orgullo.
Hoy, Gaby se ha sumado al furor del pádel, una disciplina que la reta y la divierte a partes iguales. Aunque reconoce que “sufre” cada punto, también admite que le apasiona esa sensación de competencia constante. Su rutina diaria gira prácticamente en torno al ejercicio: pasa alrededor de dos horas en el gimnasio y dedica el resto de su jornada a entrenar y practicar deporte. Aun así, confiesa que en Navidad baja un poco el ritmo porque también sabe que descansar es parte del crecimiento.
LA EVOLUCIÓN DE GABY DEL CAMPO: DE TENISTA DESTACADA A REFERENTE MULTIDISCIPLINARIA
Equilibrar su vida personal con su ritmo deportivo exigente no ha sido un obstáculo: Gaby organiza su tiempo para entrenar mientras su hija de siete años está en la escuela o duerme, manteniendo así un balance saludable entre la maternidad y su carrera. Su familia —su madre, esposo, padre, hija y hermana— ha sido su mayor apoyo, acompañando su crecimiento y celebrando cada logro, desde sus primeras derrotas en torneos hasta convertirse en una atleta persistente y dominante.
Con una personalidad que ella misma resume como intensa, competitiva y amorosa, Gaby vive con pasión no solo el deporte, sino la vida misma. Su comida favorita revela su lado más espontáneo: “soy comelona, nunca le diría no al sushi, a las pastas ni a las pizzas”, dice entre risas. Su refugio favorito es Roatán, un destino al que viaja cada vez que puede para desconectarse y disfrutar del mar.
De cara al futuro, Gaby no duda: se visualiza “millonaria, logrando mis metas y enseñándole a mi hija a jugar tennis”, convencida de que los siete años son la edad ideal para iniciar este camino deportivo. Sus metas, tanto a corto como a largo plazo, están enfocadas en mejorar su rendimiento en pádel, tennis y pickleball, además de mantener la mejor versión de su cuerpo y mente.
Y aunque es una mujer rodeada de energía, movimiento y competencia, Gaby revela algo que pocos saben: ama la soledad. Disfruta sus momentos de silencio, pausa y conexión consigo misma. Esa combinación de fuerza, sensibilidad, disciplina y autenticidad es la que hoy la convierte en una de las figuras más completas e inspiradoras del deporte nacional.
