
El General Roosevelt Hernández, jefe de las Fuerzas Armadas de Honduras, expresó recientemente una opinión sobre la prensa hondureña que ha generado debate y preocupación en distintos sectores.
El General afirmó:
“Nosotros seríamos cobardes si no nos defendemos y si no defendemos a la institución en esta situación, si es así entonces no defenderíamos a la sociedad y al pueblo en un combate literalmente hablando. Es nuestra institución la que están vilmente atacando, nosotros estamos analizando y pondremos los recursos en lo que nos ampare el Estado de derecho y poner orden en este tipo de situaciones, ya que calumniadores vienen a deteriorar la imagen de la institución. Los que son calumniadores, a menos que usted tenga y se atreva a dar una denuncia pública en la cual debe tener pruebas, esa es la actitud responsable de cualquier persona. Ustedes los periodistas son figuras públicas y yo apenas tengo un año y meses, voy a ser temporal. Cuando escudriñamos la biografía de algunos de ustedes, en la informalidad, nos asustamos definitivamente.”
Aunque la defensa de las instituciones es legítima, el tono empleado y la referencia a “perfilamientos” de periodistas, junto con la advertencia implícita, no resultan apropiados ni constructivos en un estado democrático que valora la libertad de prensa.
La labor periodística es fundamental para la transparencia y el control ciudadano, y debe ser respetada como un pilar esencial de la democracia. Amenazar o intimidar a los comunicadores puede generar un clima de censura y temor, afectando el derecho de la sociedad a recibir información veraz y oportuna.