
Sadiel Hernández, un joven de 19 años, junto a su amigo José Gustavo Callejas Arteaga, ambos originarios de La Ceiba, fueron entregados por sus propios padres a la Policía Nacional de Honduras, luego de ser acusados de participar en varios robos con violencia y en el uso indebido de vehículos.
Acusaciones y condena judicial
De acuerdo con el Ministerio Público, Sadiel participó en el robo agravado continuado en perjuicio de la empresa de seguridad Canis Lupus y del Bar y Restaurante Colibrí. Tras presentarse las pruebas, el tribunal dictó una sentencia de 14 años de prisión.
Sin embargo, su papá, Milton Hernández, tomó una decisión que pocos padres se atreverían a tomar.
“Yo sé que mi hijo cometió el error y estoy dando la cara por él. Quiero pedirle a la gente que, si mi hijo les hizo daño, que me lo perdonen”, expresó Hernández.
Reflexión sobre las consecuencias y la familia
Mientras Sadiel enfrenta la realidad en una celda, su padre enfrenta otra en casa: la del vacío, la vergüenza y el dolor. En la cárcel, ya no existen los amigos, las oportunidades se terminan y no se come como en casa. Lo único que queda es pensar en las decisiones tomadas y en los caminos que nunca debieron cruzarse.
Este caso de Sadiel es poco común, pero refleja una dura realidad: muchos padres hacen lo posible por criar hijos con valores, con esfuerzo y educación desde pequeños, pero la calle, las malas amistades y la búsqueda fácil del dinero terminan ganando la batalla a la enseñanza del hogar.
