La columnista Gabriela Castellanos lanza una dura reflexión sobre la realidad hondureña bajo el título “Disculpen mi castellano. El derrumbe moral”. En su texto, Castellanos describe a Tegucigalpa como una ciudad que se desmorona no solo por las lluvias y los deslaves, sino por la corrupción, el abandono y la indiferencia política que, según ella, han erosionado la dignidad nacional.
La autora afirma que los derrumbes en la capital representan más que tragedias naturales: son el reflejo de un país que ha perdido su rumbo ético. “Cada derrumbe es un voto. Cada cadáver, una estadística rentable. Cada lágrima, una oportunidad electoral”, escribe Castellanos, señalando que el sufrimiento de las víctimas se utiliza como espectáculo mediático y herramienta política.
Gabriela Castellanos en su análisis, denuncia que la pobreza se ha convertido en un recurso de campaña y que los desastres son consecuencia directa del desorden urbanístico, la deforestación y la falta de planificación. “No hay desastre más devastador que la impunidad. No hay tormenta más destructora que la corrupción”, subraya la columnista.
El texto de Castellanos también cuestiona la presencia superficial de autoridades en las zonas afectadas, quienes según la autora llegan con cámaras y promesas, pero sin soluciones ni ingenieros. Con un tono crítico, hace un llamado urgente a recuperar la responsabilidad social y reconstruir no solo la infraestructura, sino la moral del país.
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