Monserrat Arita recuerda la historia del pueblo hondureño antes y después del 2009
En un capítulo más de El Espectador Sin Filtro, la doctora Monserrat Arita, precandidata a diputada por el ‘‘Movimiento Avanza’’ de doña Ana García de Hernández, cuenta la historia de Honduras que marca un antes y un después de los eventos de 2009.
Un cambio que alteró el rumbo político y social del país. La Dra. Arita ofrece una reflexión contundente sobre cómo ese año, y las decisiones que se tomaron en ese entonces, transformaron al pueblo hondureño, llevándolo por un camino de división que aún persiste.
Según la doctora, quienes apoyan a Libre deben reflexionar sobre la esencia de la política: "En la viña del Señor hay de todo", pero distingue entre quienes aman al país y quienes, según ella, han hecho mucho daño, señalando incluso que varios de los miembros de Libre deberían estar en prisión por actos de corrupción. Arita menciona que la política está para construir, para unir, para ser honestos y transparentes, y luchar por este país que tanto lo necesita. "No está para dividirnos".
Según Arita, la división del pueblo hondureño fue protagonizada por el expresidente Manuel Zelaya, una figura que, a su juicio, fracturó la unidad nacional. "Antes, aunque algunos fuéramos liberales y otros nacionalistas, todos éramos un solo pueblo. Pero desde 2009, comenzó a gestarse la apología del odio, y eso fue lo peor que le pudo pasar a nuestro país", asegura Arita.
Monserrat Arita, con firmeza, hace una crítica directa al Partido Libertad y Refundación (Libre), al que califica de "aborto político". "Si el Partido Liberal es un mal parto, Libre es un aborto político, porque nació del Partido Liberal", subraya, recordando cómo este surgió como una escisión dentro del liberalismo tradicional.
La precandidata a diputada enfatiza que "Como político, Manuel Zelaya Rosales no me agrada. Ha sido capaz de todo lo que ha hecho, incluso de sembrar el odio en nuestro país", señala Arita, quien aclara que no respeta la figura de Zelaya debido a la traición que él causó al Partido Liberal. "Fue un traidor e ingrato, porque dividió al partido que lo llevó a la presidencia", subraya.
Además, Arita no escatima críticas hacia el actual gobierno de Xiomara Castro, quien, según ella, "debe entender que es la presidenta de 11 millones de hondureños, no solo de los directivos de Libre".
El mensaje de Monserrat Arita es claro y directo: el país necesita una política que una a todos los hondureños, que construya, que saque a Honduras del estancamiento, pero, sobre todo, que no sea utilizada como una herramienta para dividir, sino para sanar las heridas que aún persisten desde 2009.